26 de marzo de 2013

Jueves Santo: Una Hora con Cristo



En esta noche nos reunimos junto al altar del Señor para adorar este admirable Sacramento de la Eucaristía.

Comenzamos esta Hora Santa cantando: Alabado sea el Santísimo…

1.ACOGIDA

La mesa vacía que nos expresa la Institución de la Eucaristía. La jofaina que nos recuerda el mandamiento del amor o una estola, en este día del sacerdocio, nos sigue trayendo a la memoria la gran celebración del Jueves Santo que hemos vivido y compartido esta tarde.

Ahora a un poco de distancia, pero con los mismos sentimientos de Jesús, meditamos a la sombra de Getsemaní sus últimas horas de entrega y de prueba, de donación y de oración por nosotros.

-Su amor, sigue sosteniéndose en este silencio ¿No lo notáis?

-Sus palabras pronunciadas en la Eucaristía de esta tarde, es para nosotros testamento y mandato. ¿Seremos capaces de mantener esta encomienda?

Ahora, en esta noche santa, respiramos no solamente silencio –eso sería poco- . Queremos llenarlo de contenido. De oración. Dios está en medio de nosotros. Abramos nuestros corazones y expresemos, en esta Pascua, nuestras más íntimas sensaciones de fe y de solidaridad con el Señor.

Canta un proverbio que “los amigos son como la sangre; acuden donde existe herida”. Aquí estamos, Señor, tus amigos. Aquellos que queremos compartir y sentir junto a Ti esta noche de misterio, de negación, de amor, de prueba, de gracia y de sufrimiento. ¿Nos dejas, Señor?

2.LECTURA: Lc 22, 14-20

«Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles; y les dijo: “Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.”

Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: “Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.”

Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.” De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros”.

2.1. MEDITACIÓN

-Estas palabras de Jesús, sobre la última cena, se nos confían también a nosotros en un clima de serenidad y confianza.

-Este instante era ansiado por Jesús. Abre su corazón y se nos muestra: “Con ansía he deseado comer esta Pascua con vosotros”

-Lo que Jesús realizó entonces se actualiza aquí y ahora. Lo hace por ti y por mí. Por nosotros.

-Rompamos los muros de la distancia histórica: aquella hora es esta hora. Y, nosotros, estamos inmersos en aquel instante de contrastes, negaciones, traiciones y deserciones como lo estuvieron los discípulos.

-Aquella primera eucaristía se prolonga en el tiempo y en el espacio con la misma persona: Jesucristo. Éste que estamos velando, adorando, amando…es el mismo de entonces. ¿Nos damos cuenta de esta realidad? ¿De este Misterio que se da aquí y ahora?

-Esta Hora Santa (porque Dios anda por medio, por eso es Santa) contribuye a que el Señor no pase de largo. Nos posibilita el que Jesús no nos sea indiferente. Él, su amor, está presente. Hoy, en esta noche, especialmente.

3. SILENCIO

Canto: Mas cerca oh Dios de ti...

4. CARTA DE CRISTO (lee un lector con voz nítida y pausadamente)

Mi querido amigo (a):
Hoy quiero escribirte porque quiero conversar contigo... Sí, quiero hablarte con la voz del corazón y escuchar la voz del tuyo. Hace tiempo que te estoy esperando; sé que mantienes muchas cosas entre manos, que no tienes tiempo... pero, mi amor por ti es superior a todo lo que tengas que hacer, y por eso, hoy decidí escribirte.
Ah, se me había olvidado decirte quién soy; pero ¿no es verdad que tú ya sabes quién es el que te escribe?
Soy yo, Jesús, el hijo de María, tu amigo y salvador. El que, en esta noche, se debate entre la muerte y la vida, la luz y la oscuridad, la certeza o la duda. 

Dime amigo: ¿te cuesta creer? Para mí es tan importante contar con tu fe, porque quiero que me hagas presente vivo entre los hombres. ¿Te gustaría participar conmigo en esta gran misión de salvar la humanidad y llevar mi amor a los hermanos?

A mis amigos les he dicho que yo soy "La luz del mundo", pero, ¿sabes una cosa? Yo te necesito a ti para disipar tantas sombras que oscurecen la vida de los hombres.

¿Acaso no te das cuenta que el pecado ha hecho mella en muchas mentes y endurecido muchos corazones? 
Y... ¿tú mismo, no tienes la experiencia de la oscuridad en tu propia vida? ¿Quieres entonces, que compartamos hoy de tú a tú, esa situación tuya que te quita la paz e impide tu crecimiento interior?

¿Qué es lo que te está destruyendo, qué te pasa? Acaso ¿la impureza..., la incredulidad..., el egoísmo..., la mentira..., el desamor..., ha manchado tu vida y por eso te sientes inquieto? Háblame con toda confianza, pues quiero ayudarte, brindarte mi amor misericordioso y sanarte con mi gracia antes de marchar hacia la casa del Padre.

Al decirle un día a mis amigos que mi Cuerpo era verdadera comida y mi Sangre verdadera bebida, muchos dieron un paso atrás y rompieron su amistad conmigo. Al preguntarle a los doce si también querían dejarme, Pedro me contestó: "Señor, ¿a quién iremos? Sólo tú tienes palabra de vida eterna".

Ahora dime tú, amigo (a) ¿qué es lo que buscas? ¿Qué es lo que anhelas?

Háblame, aquí estoy para escucharte... ánimo... No tengas miedo..., Yo estoy contigo. Yo venceré la muerte y el dolor. Tu corazón puede descansar seguro en el mío, porque sólo quiero que tengas vida y la tengas en abundancia; para esto me envió mi Padre, que es también tu Padre; Él te ama tanto que me envió para salvarte... ¿Te das cuenta cuan inmenso es el amor de Dios por ti? 

Perdóname, pero quiero hacerte una pregunta, la misma que un día le hice a un amigo: "Pedro... ¿me amas? ¿Cómo me lo aseguras? ¿Por qué no examinas un poco tu comportamiento con los hombres, mis hermanos, antes de responderme?

¡Gracias! Un millón de gracias por escucharme... por lo que me has confiado... y también por la respuesta que acabas de dar.
No olvides nunca que si te sientes cansado o triste, puedes contar conmigo, yo te aliviaré... Eso sí, trata de aprender de mí que Soy manso y humilde de corazón...

Bueno, hasta pronto. Quiero que sepas que estoy contigo y con todos aquellos a los cuales tú tanto amas. Mi amor es eterno nunca se agota. 
Para ti, en esta Hora Santa, la fuerza de mi amor y el de mi Padre que es el mismo... 
No me olvides nunca... "Yo jamás te abandonare"
Tu amigo de siempre.

Jesucristo

5. SILENCIO

Canto: Si yo no tengo amor…

6.INTERPELACIONES EN HORA SANTA

¿Das gracias a Jesús frecuentemente por haberse quedado contigo en forma de pan y de vino?

¿Eres consciente de que, su Cuerpo y su Sangre, te dan fuerza cuando estás débil, luz si te encuentras en oscuridad, fe si las dudas te asaltan o amor si el odio te invade?

¿Dónde se encuentra el alimento de tu vida espiritual y material? ¿Sólo en lo que se ve? ¿Cómo es tu oración con el Señor?

7. ORACIÓN DE LOS FIELES

La Eucaristía es también oración de alabanza y acción de gracias. Demos gracias al Señor por el misterio de la Eucaristía que en esta noche Santa nos ha sido dada y por su presencia permanente a partir de entonces en medio de nosotros. Respondamos

Jesús Eucaristía, milagro de amor, quédate con nosotros.

• Gracias, Señor, por el misterio pascual de tu muerte y tu resurrección. R

• Gracias, Señor, por haber instituido la Eucaristía antes de padecer tu muerte. R

• Gracias, Señor, por haberte quedado sacramentalmente entre nosotros. R

• Gracias, Señor, por darnos tu Cuerpo y Sangre como alimento. R

• Gracias, Señor, por este tiempo que nos has concedido para adorarte y venerarte en el sacramento. R

8. LA HORA DE CRISTO

Jesús después de celebrar con sus discípulos la Última Cena se dirigió hasta el monte de los Olivos para orar.

LECTURA: Lc 22, 40-46

Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Llegado al lugar les dijo: “Pedid que no caigáis en tentación.” Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba diciendo:

“Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba.

Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra. Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza; y les dijo: “¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación.” Todavía estaba hablando, cuando se presentó un grupo; el llamado Judas, uno de los Doce, iba el primero, y se acercó a Jesús para darle un beso. Jesús le dijo:

“¡Judas, con un beso entregas al Hijo del hombre!”

8.2. REFLEXIÓN:

-Recordemos este momento en que Jesús se separa de sus discípulos, la angustia de su alma al rogar que el cáliz se apartara de él, la amorosa respuesta del Padre que envía un ángel para sostenerle, la soledad del Maestro que tres veces encuentra a sus discípulos dormidos en lugar de orar con él, el valor expresado en la resolución final de ir al encuentro del traidor: esta combinación de dolor humano, apoyo divino y ofrecimiento solitario son la clave para acompañar a Jesús en su agonía. Nosotros queremos velar junto a él…

-La Hora esperada y temida ha llegado.

-Jesús ora: A Jesús se le hace presente todo el sufrimiento de la crucifixión.

-Entonces, podemos preguntarnos: ¿Cuáles son nuestros sufrimientos?

-¿Qué llena de impotencia, de dolor, de tristeza y de desesperanza nuestra vida?

-Jesús, de Getsemaní, se levantó para seguir el camino hacia el Calvario, camino de entrega, de abandono confiado a la voluntad del Padre. Camino de amor sin límites.

8.3. ACTO DE ABANDONO AL PADRE (oramos juntos) (o el Padrenuestro)

Padre, me pongo en tus manos,

haz de mi lo que quieras,

sea lo que sea te doy gracias.

Estoy dispuesto a todo,

con tal que tu voluntad se cumpla

en mí y en todas tus criaturas.

No deseo nada más;

te confío mi alma;

te la doy con todo el amor

del que soy capaz,

porque te amo y necesito darme,

ponerme en tus manos sin medida,

con infinita confianza

porque tu eres mi Padre.

Canto: Te adoramos Hostia Divina…

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