29 de abril de 2013

Pio XII y la Eucaristía



La adoración de la Eucaristía

de la Encíclica “Mediator Dei” del Papa Pío XII (20-11-1947) números 161 a 164

El manjar eucarístico contiene, como todos saben, «verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre, junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo»[1]. No es, pues, de admirar que la Iglesia, ya desde sus principios, haya adorado el cuerpo de Cristo bajo la especie del pan, como se ve por los mismos ritos del augusto sacrificio, en los cuales se manda a los ministros sagrados que, de rodillas, o con reverencias profundas, adoren al Santísimo Sacramento.

Los sagrados concilios enseñan que, por tradición, la Iglesia, desde sus comienzos, venera «con una sola adoración al Verbo de Dios encarnado y a su propia carne»[2]; y San Agustín afirma: «Nadie coma aquella carne sin antes adorarla», añadiendo que no sólo no pecamos adorándola, sino que pecamos no adorándola[3].

28 de abril de 2013

La comunión eucarística



3.1. El hombre es lo que come

Nos queda de presentar ahora el tercer momento esencial de la Misa, la comunión. Un filósofo ateo dijo: “El hombre es lo que come”, queriendo decir con ello que en el hombre no existe una diferencia cualitativa entre materia y espíritu, sino que todo en él se reduce al componente orgánico y material. Y con ello, se ha vuelto a dar, una vez más, el hecho de que un ateo, sin saberlo, ha dado la mejor formulación de un misterio cristiano. Gracias a la eucaristía, el cristiano es verdaderamente lo que come. Hace ya mucho tiempo, escribía san León Magno: “Nuestra participación en el cuerpo y sangre de Cristo no tiende a otra cosa que a convertirnos en aquello que comemos”

Pero escuchemos lo que dice, a propósito de esto, el mismo Jesús: Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí (Jn 6, 57). La preposición “por” (en griego, dià) tiene aquí valor causal y final: indica a la vez un movimiento de proveniencia y un movimiento de destino. Significa que quien come el cuerpo de Cristo vive “por” Él, es decir, a causa de Él, en virtud de la vida que proviene de Él, y vive “en vista de” Él, es decir, para su gloria, su amor, su Reino. Como Jesús vive del Padre y para el Padre, así, al comulgar en el santo misterio de su cuerpo y de su sangre, vivimos de Jesús y para Jesús.

En efecto, el principio vital más fuerte es el que asimila consigo al menos fuerte, no al contrario. El vegetal es el que asimila al mineral, no al contrario; es el animal el que asimila al vegetal y al mineral, no al contrario. Así ahora, en el plano espiritual, el principio divino es quien asimila consigo al humano, no al contrario. De manera que mientras en todos los demás casos quien come es quien asimila lo que come, aquí el que es comido asimila a quien lo come. A quien se acerca a recibirlo Jesús le repite lo que decía a Agustín: “No serás tú quien me asimile, sino que seré yo quien te asimile”.

27 de abril de 2013

La Consagración en la Misa ( parte II)



2.3. Qué significan cuerpo y sangre


Ahora podemos sacar las consecuencias prácticas de esta doctrina para nuestra vida cotidiana. Si en la consagración somos también nosotros los que decimos, dirigiéndonos a los hermanos, “Tomad, comed, esto es mi cuerpo; tomad, bebed, ésta es mi sangre”, debemos saber qué significan “cuerpo” y “sangre” para saber lo que ofrecemos.

¿Qué quería darnos Jesús, con aquellas palabras de la última cena: “Esto es mi cuerpo”? La palabra “cuerpo” no indica, en la Biblia, un componente o una parte del hombre que, unida a los otros componentes, que son el alma y el espíritu, forman el hombre completo. En el lenguaje bíblico, y por lo tanto en el lenguaje de Jesús y en el de Pablo, “cuerpo” designa al hombre entero, al hombre en su totalidad y unidad; designa al hombre en cuanto que vive en una condición corpórea y mortal. “Cuerpo” indica, pues, toda la vida. Jesús, al instituir la eucaristía, nos ha dejado como don toda su vida, desde el primer instante de la encarnación hasta el último momento, con todo lo que concretamente había llenado dicha vida: silencio, sudores, fatigas, oración, luchas, humillaciones...

La Consagración en la Misa (parte I)



2. La consagración

Pasamos ahora a explicar el segundo momento de la misa, la liturgia eucarística. Jesús, después de haber partido el pan y mientras lo daba a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros (Mt 26, 26; Lc 22, 19). Quiero contar, a propósito de esto, mi pequeña experiencia, es decir cómo llegué a descubrir la dimensión eclesial y personal de la consagración eucarística.

2.1. Tomad, comed: esto es mi cuerpo

Desde mi ordenación yo vivía de este modo el momento de la consagración en la santa misa: cerraba los ojos, inclinaba la cabeza, trataba de aislarme de todo aquello que me rodeaba para ensimismarme sólo en Jesús que, en el cenáculo, antes de morir, pronunció por primera vez aquellas palabras: Tomad, comed... La misma liturgia favorecía este comportamiento, haciendo pronunciar las palabras de la consagración en voz baja y en latín, inclinados sobre las especies, revueltos hacia el retablo y no hacia la asamblea.

Después, un día me di cuenta de que tal comportamiento, por sí solo, no expresaba todo el significado de mi participación en la consagración. ¡Aquel Jesús del cenáculo ya no existe!, ahora existe el Jesús resucitado; para ser exactos, el Jesús que había muerto y que ahora vive para siempre (cfr. Ap 1, 18). Y este Jesús es el “Cristo total”, Cabeza y cuerpo inseparablemente unidos. Así pues, si este Cristo total es el que pronuncia las palabras de la consagración, también yo las pronuncio con él. En el gran “Yo” de la Cabeza, se esconde el pequeño “yo” del cuerpo que es la Iglesia. Está también mi pequeñísimo “yo” y también él dice a quien está delante: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros.

25 de abril de 2013

La Palabra de Dios en la Misa



Una Catequesis mistagógica sobre la Misa

El modo más simple y directo para ilustrar el misterio eucarístico es comprender la Misa en la que es celebrado y vivido. Por tanto, seguiremos este camino. En la antigüedad cristiana existía un tipo de catequesis especial llamada catequesis mistagógica. A diferencia de la catequesis ordinaria, era impartida después, no antes del bautismo, por el obispo mismo y no por subalternos. Su objetivo, como dice el nombre, era “introducir a los fieles en las profundidades del misterio”.

Era el momento en que se revelaban a los neófitos los misterios más sagrados, que se habían tenido escondidos hasta ese momento, en razón de la “disciplina del arcano”, para evitar toda profanación posible. La Eucaristía era el centro y el corazón de la catequesis mistagógica. Basta leer las catequesis mistagógicas de san Cirilo de Jerusalén para darse cuenta de la solemnidad y del clima espiritual que se respiraban en dichos momentos.

Querría renovar, al menos en parte, esa experiencia. Para nosotros la Eucaristía no es algo nuevo a descubrir, es algo antiguo y familiar, pero, precisamente por esto, quizá necesitada de ser rescatada de la costumbre. Uno de los fines que Juan Pablo II, en su carta apostólica, asignaba al año eucarístico del 2004, era el de resucitar el “estupor eucarístico”, es decir, la capacidad de asombrarse nuevamente ante la “enormidad” (así la define Claudel) que es la Eucaristía.

La Misa está compuesta de tres momentos esenciales: la liturgia de la palabra, la liturgia eucarística y la comunión. Reflexionaremos sobre cada una de estas tres partes.

1. La Liturgia de la palabra

1.1. Una mirada a la historia

En los comienzos de la Iglesia la liturgia de la palabra estaba separada de la liturgia eucarística. Los discípulos participaban en el culto del templo. Allí escuchaban la lectura de la Biblia, recitaban los salmos y las oraciones junto con los demás hebreos; luego se reunían aparte en sus casas para “partir el pan”, es decir, celebrar la Eucaristía (Hech 2, 43). Muy pronto esta praxis se hizo imposible tanto por la hostilidad respecto de ellos por parte de la comunidad hebrea, como porque las Escrituras habían adquirido ya para ellos un sentido nuevo, orientado todo hacia Cristo.

21 de abril de 2013

Buen Pastor y Eucaristía



El Alimento que no perece: Pan bueno y verdadero.

“Pueblo fiel: tanto nos ama Jesús Buen Pastor, que para alimentar en nosotros el deseo de la vida divina se ha hecho Cordero pascual, Pan partido para dar la vida al mundo. Nos ha dejado su bondad en el alimento que no perece.

19 de abril de 2013

IV Domingo de Pascua: guión para la Santa Misa



Antes que entre el sacerdote:

En este 4º domingo de Pascua, nos nutrimos con la palabra y el mensaje que Nuestro Señor Jesucristo tiene para nosotros, y pedimos especialmente al Padre por la Jornada Mundial de oración por las vocaciones sacerdotales que hoy se conmemora.

Con profunda piedad iniciamos esta Santa Misa.

17 de abril de 2013

El SAGRADO VIATICO


AVE VERUM CORPUS

Se llama Viático a la Comunión que reciben los enfermos en peligro de muerte, pues esta palabra significa "avío", preparativo de viaje y la comunión es la mejor preparación para el viaje hacia la eternidad.

16 de abril de 2013

Hora Santa: Domingo del Buen Pastor, rezamos por las vocaciones sacerdotales



Cantemos al Amor de los Amores
cantemos al Señor,
Dios está aquí, ¡venid adoradores,
adoremos, a Cristo Redentor!

¡Gloria a Cristo Jesús,
cielos y tierra, bendecid al Señor
honor y gloria a Ti, rey de la gloria
amor por siempre a Ti
Dios del Amor!

Unamos nuestra voz a los cantares
del Coro Celestial,
Dios está aquí, al Dios de los Altares alabemos con gozo angelical.

Jesús, que dijiste: “Pidan y recibirán, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá”; que enseñaste que si dos o más se reúnen en la tierra para pedir algo, el Padre del Cielo lo concederá; que dijiste que todo lo que se pida con fe en la oración será concedido; que todo el que pida el Espíritu Santo a Dios Padre le será dado porque es un Padre bueno; Vos, que enseñaste que el Padre Dios sabe cuáles son nuestras necesidades; que dijiste que hemos de orar en toda ocasión sin desanimarnos; que enseñaste a tus discípulos a orar dándoles la oración del Padre nuestro; Vos que rezaste durante tu vida terrena intimando con Dios, que oraste ante los grandes misterios de tu misión redentora, que te entregaste a la voluntad del Padre en la pasión y en la muerte y que en tu oración intercediste por tus discípulos para que fuesen fieles.
Jesús, Tu que eres el Sumo y Eterno Sacerdote, escucha esta oración que hoy queremos hacer por todos los sacerdotes, una oración que sabemos que es simple y pobre pero llena de confianza, como la de santa Teresita.

14 de abril de 2013

Ángeles y Eucaristía



Oración a los ángeles que custodian nuestros Sagrarios.

En la actualidad hay en el mundo muchos templos católicos expuestos al vandalismo de quienes ignoran por completo “el silencioso y maravilloso misterio de los innumerables tabernáculos que forman constelaciones de luz, visibles solo a los ángeles, a los santos y a los creyentes, cubriendo la faz de la tierra”. (PabloVI, Homilía en el Congreso Eucarístico Nacional de Pisa, Italia, 1-VI-1965). 

12 de abril de 2013

Carta de San Francisco de Asís

SOBRE LA VENERACIÓN DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
A todos los custodios de los hermanos menores a quienes lleguen estas letras, el hermano Francisco, vuestro siervo y pequeñuelo en el Señor Dios, os desea salud con los nuevos signos del cielo y de la tierra, que son grandes y muy excelentes ante Dios, pero que son estimados en muy poco por muchos religiosos y por otros hombres.
Os ruego, más que si se tratara de mí mismo, que, cuando os parezca bien y veáis que conviene, supliquéis humildemente a los clérigos que veneren sobre todas las cosas el santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo y sus santos nombres y sus palabras escritas que consagran el cuerpo. Los cálices, los corporales, los ornamentos del altar y todo lo que concierne al sacrificio, deben tenerlos preciosos. Y si el santísimo cuerpo del Señor estuviera colocado en algún lugar paupérrimamente, que ellos lo pongan y lo cierren en un lugar precioso según el mandato de la Iglesia, que lo lleven con gran veneración y que lo administren a los otros con discernimiento.

11 de abril de 2013

III Domingo de Pascua: Pedro, ¿me amas más que estos?



"Pedro, ¿me amas más que estos?". El Pedro de antes hubiera respondido súbito, impetuoso, arrogante: "Sí, más que estos y más que el mundo entero te amo..." El Pedro de ahora, en lugar de arrogancias, pone lágrimas; en lugar de comparaciones y preferencias molestas, pone silencio, y en lugar de una rotunda afirmación, pone la humilde confesión de lo que guarda su corazón para Jesús: "Tú, que lo sabes todo, sabes que te amo..." Como si dijera: "Yo no sé nada. Tú, que lo sabes todo, conocerás si esto que tengo y siento en mi corazón es amarte más que todos..."

¡Cuántas veces, Señor del Sagrario, en el mismo momento de mis infidelidades y de mis pecados, mi conciencia intranquila recuerda a mi alma avergonzada la mirada triste, severa y dulce del ofendido Jesús!...

Sin que yo vea tus ojos en tu Hostia callada, sé que se vuelven a mí y me miran ...

10 de abril de 2013

El Papa Francisco vuelve a hablar de la Eucaristía


Sin embargo, esta relación filial con Dios no es como un tesoro que conservamos en un rincón de nuestra vida, sino que tiene que crecer, hay que alimentar todos los días con la escucha de la Palabra de Dios, la oración, con la participación en los sacramentos, sobre todo la Penitencia y la Eucaristía y la caridad.    ¡Podemos vivir como hijos! ¡Podemos vivir como hijos!   Y esta es nuestra dignidad.   ¡Comportarnos como verdaderos hijos!

          

9 de abril de 2013

Antes de participar en el Banquete de la Eucaristia

Antes de participar en el Banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:

8 de abril de 2013

María Santísima y la Eucaristía



Entre todos los santos sobresale la Santísima Virgen María, modelo de santidad y de espiritualidad eucarística. Según la viva tradición eclesial, su nombre es recordado con veneración en todos los cánones de la Santa Misa y con particular énfasis en las Iglesias orientales católicas. En varias respuestas ha sido sugerido que se especifique mejor la posición de la Beata Virgen María dentro de la liturgia eucarística.
María está tan unida al misterio eucarístico que ha merecido ser justamente denominada «Mujer eucarística» en la Encíclica Ecclesia de Eucharistia. En la existencia de María de Nazaret se manifiesta en modo sublime no solo la exclusiva relación entre la Madre y el Hijo de Dios, el cual ha tomado Cuerpo y Sangre de su cuerpo y de su sangre, sino también la íntima relación que vincula la Iglesia a la Eucaristía, puesto que la Santísima Virgen es modelo y figura de la Iglesia, cuya vida y misión tienen la fuente y la cumbre en el Cuerpo y Sangre del Señor Jesucristo.

7 de abril de 2013

La Santa Hostia y la Divina Misericordia



Pensamiento de santa Faustina 

Oh Santa Hostia, en la que está encerrado el testamento de la Divina Misericordia para nosotros y, especialmente para los pobres pecadores.

6 de abril de 2013

La liturgia del Misterio Pascual y la Divina Misericordia


Amor mas fuerte que la muerte mas fuerte que el pecado

 La cruz de Cristo en el Calvario es asimismo testimonio de la fuerza del mal contra el mismo Hijo de Dios, contra aquél que, único entre los hijos de los hombres, era por su naturaleza absolutamente inocente y libre de pecado, y cuya venida al mundo estuvo exenta de la desobediencia de Adán y de la herencia del pecado original. Y he ahí que, precisamente en El, en Cristo, se hace justicia del pecado a precio de su sacrificio, de su obediencia « hasta la muerte », Al que estaba sin pecado, « Dios lo hizo pecado en favor nuestro ». Se hace también justicia de la muerte que, desde los comienzos de la historia del hombre, se había aliado con el pecado. Este hacer justicia de la muerte se lleva a cabo bajo el precio de la muerte del que estaba sin pecado y del único que podía —mediante la propia muerte— infligir la muerte a la misma muerte. De este modo la cruz de Cristo,sobre la cual el Hijo, consubstancial al Padre, hace plena justicia a Dios, es también una revelación radical de la misericordia, es decir, del amor que sale al encuentro de lo que constituye la raíz misma del mal en la historia del hombre: al encuentro del pecado y de la muerte.

5 de abril de 2013

Para rezar frente al Santísimo Sacramento en el tiempo pascual



Cristo el Señor,
como la primavera,
como una nueva aurora,
resucitó.

Cristo, nuestra Pascua,
es nuestro rescate,
nuestra salvación.

Es grano en la tierra,
muerto y florecido,
tierno Pan de amor.

3 de abril de 2013

El Papa Francisco y la Eucaristía



El poder de la gracia del Bautismo y de la Eucaristía.

Palabras de Su Santidad Francisco al iniciar el rezo del Regina Coeli, el lunes de la Octava de Pascua
(1* de abril de 2013)

“Queridos hermanos y hermanas:

¡Buena Pascua a todos ustedes!

Les agradezco que hayan venido también hoy en gran número, para compartir la alegría de la Pascua, misterio central de nuestra fe.

Que la fuerza de la Resurrección de Cristo llegue a cada persona – especialmente a quien sufre – y a todas las situaciones más necesitadas de confianza y esperanza.

Cristo ha vencido el mal de modo pleno y definitivo, pero nos corresponde a nosotros, a los hombres de todos los tiempos, acoger esta victoria en nuestra vida y en las realidades concretas de la historia y de la sociedad.

Por esto me parece importante subrayar lo que hoy le pedimos a Dios en la liturgia:

“Oh Padre, que haces crecer tu Iglesia dándole siempre nuevos hijos, concede a tus fieles que expresen en su vida el sacramento que han recibido en la fe” (Oración Colecta del Lunes de la Octava de Pascua).

Es verdad: el bautismo que nos hace hijos de Dios, la Eucaristía que nos une a Cristo, deben convertirse en vida, es decir, traducirse en actitudes, comportamientos, gestos y elecciones.

2 de abril de 2013

8º aniversario de la muerte del Beato Juan Pablo II



La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: « He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo » (Mt 28, 20); en la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad única. Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza.

1 de abril de 2013

Hora santa para el tiempo de Pascua



La respuesta Fiel de María Magdalena: “MI REDENTOR ME LLAMA  A LA FIDELIDAD”

“¡Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado!” Cant. 2,16

Pero Rut le respondió: “No insistas en que te abandone y me vuelva, porque yo iré a donde tu vayas y viviré donde tu vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tu mueras y allí seré enterrada. Que el Señor me castigue más de lo debido, si logra separarme de ti algo que no sea la muerte” (Rt. 1, 16-17)

1 El Cordero manso y humilde de corazón

“…María Magdalena se adelantó y adoró los pies de Jesús. Y dijo: “Señor, no te incomodes si te interrogo. Porque nosotros nos informamos de todo con celo ardiente” Y Jesús contestó a María: “Bien está que te informes con celo de todo” Y cuando Jesús hubo acabado de decir estas palabras, María Magdalena se adelantó y dijo: “Señor, cuantas palabras has dicho, han sido para mis oído tesoros de luz”. Y cuando María dejó de hablar, Jesús admiró lo que acababa de decir, porque daba sentido perfecto de lo que él había revelado… Y el Salvador contestó: “Esta bien, María. Y tú has hablado con gran sabiduría, porque ésa es la explicación de mi discurso.”